Tocados sí, sí ,sí!

Hoy Viernes empezamos con energía.

Y no, no se me ha ido la pinza, pero hoy escribo un buen alegato a favor del (buen) uso del tocado. 

No se trata de aumentar el número de ventas para la temporada 2015, que sí es posible, pues también oye..., sino de explicar por qué me tienen tan enamorada.

La primera regla de uso del tocado es llevarlo bien, o lo que es lo mismo, que te encuentres cómoda con él. Aquí tenemos un papel importante las personas que los hacemos, y es que no se puede ir cómoda con tocados que pesan un quintal, que nos tapan la cara o áquellos tan complicados con los que ponemos en juego la integridad de las personas que se nos acercan; hay que montarlo todo en su justa medida.

¿Y qué es fundamental para llevarlo bien? Pues que el tocado vaya bien sujeto, ya sea con diadema, peinas o enganches para sujetarlo con horquillas.
Nada de caminar cual esfinge egipcia o bailar sin mover una pestaña no vaya a ser que nos salga volando el adorno.

Sí que es verdad, que no todo el mundo se ve con un tocado, y como lo primero es ser tú misma si no te encuentras con él, pues mejor no llevar nada.  Ídem en el caso de un look muy recargado, bien sea por la ropa o por los complementos. Aquí aparece la máxima de menos es más, y es mucho mejor prevenir que no añadir accesorios extras con los que parezcamos árboles de navidad andantes.

Pero los tocados suman, yo creo que por varias razones:

1.- Porque favorecen y mucho. Si el tocado es adecuado al conjunto que llevamos y el tipo de tocado se ajusta a nuestra cara, peinado y demás... siempre suma puntos, siempre.

2.- Se pueden (y deben) ajustar siempre a nuestros gustos y forma de vestir.

Para las más discretas, se puede reducir tamaño y prepararlo en los tonos combinados con nuestro look. Y para las más atrevidas, están los más grandes y llamativos con contrastes de colores o materiales, que dejan que el tocado hable por sí solo.

3.- Son válidos para todas las edades, ya sean niñas, mamás, tías o abuelas.

Lo importante es mantener siempre una coherencia con el estilo y con la edad.

4.- Son una inversión y se pueden reciclar para varios eventos.

En este punto podemos excluir casos particulares, como por ejemplo, tocados elaborados para vestidos en colores muy especiales. Pero saliéndonos de ésto, lo normal es poder usarlo varias veces.

En caso de apuro, siempre nos podremos arreglar con un vestido básico de Zara, Mango o similar al que sumamos un tocado rescatado y un buen maquillaje, para irnos monísimas a una boda.

5.- Este punto lo justifican algunos de los encargos que me llegan, y es respecto al tamaño de los tocados.

Me he visto en varias situaciones y la conclusión es que al final hay cierto arrepentimiento de no llevar un tocado un poco mayor, incluso siendo la primera vez en la que vestían la cabeza para ir de boda.

6.- Tocados sí! 

Termino de forma reivindicativa, igualito al título de la entrada.

Ahora cada vez son más las personas que se animan a llevar tocado para ir de boda, pero en concreto en Asturias, y he tenido unas cuantas bodas en los últimos años, somos más discretos a la hora de atrevernos con los tocados.

Más discretos, por ejemplo, respecto a Galicia dónde vivo ahora y en donde el tocado es casi un básico de la indumentaria de fiesta.

Así que tocados sí, sí!

Y de regalín final una foto de la menda. Aquí os podría contar una historia resumen de por qué llevar tocado.

El cuento es muy rápido...
Vestido-chollo encontrado 5 días antes de la boda y que finalmente no me pueden arreglar a tiempo para el sábado. Solución: llegar a Oviedo de viernes a las 12 de la noche y rescatar algo de bodas anteriores, en mi caso un básico infalible: vestido negro+americana blanca+sandalias doradas. 

Se puede pensar que quedaría un conjunto discretito, no? Pues aquí es donde aparece un tocado de hace un par de años y que es el encargado de hacer el resto.

            

Como se puede ver,  no sólo suma el tocado, sino también la compañía que es de la buena, buena :D

Hasta la próxima! Un besito!